13 d’agost, 2013

Un tigre más

Este sábado viví una de las experiencias balompédicas más impresionantes de mi vida. Fui invitado por Aisha y Pepe, mujer y marido la semana próxima en Playa del Carmen, al clásico regiomontano número 100 entre Tigres y Rayados. 

El partido se jugaba en el estadio de Tigres y horas antes del encuentro una tormenta había inundado la ciudad. El paso de la tormenta había dejado un ambiente húmedo y fresco, casi selvático, muy diferente a lo que acostumbra Monterrey en las tardes de agosto. Era el ambiente perfecto para jugar al fútbol y para presenciar el choque entre los máximos rivales de la ciudad. El lugar en la clasificación no era importante, ambos equipos están a mitad de tabla con de momento pocas posibilidades de luchar por el campeonato. El premio estaba sencillamente en vencer al eterno rival y figurar en la historia como el ganador del clásico numero cien.

En las afueras del estadio se palpaba la emoción y tensión entre los aficionados de Tigres, todos ellos enfundados con sus camisetas. También había rayados entre la multitud y me sorprendió gratamente la normalidad y tranquilidad con la que ambas aficiones viven su rivalidad.

Ya dentro del estadio se respiraba el ambiente de las grandes ocasiones. La afición se preparaba para el silbido inicial y rugía incesantemente con sus cánticos ensordecedores. Con la salida de los equipos, el estadio enloqueció y se desplegó una inmensa bandera, con la cara de un Tigre, que cubría una de las curvas.

Dominó Tigres y se gustó durante los primeros 20 minutos del encuentro, más concretamente hasta que se avanzaron con el primer gol, después de un fantástico remate de cabeza de Pulido. Una vez delante en el marcador el equipo se replegó y dejó jugar al rival, mostrando así sus vergüenzas defensivas. Se veía venir y finalmente sucedió, rayados encontró portería con una buena jugada combinativa finalizada por el "Chupete" Suazo, igualando así el electrónico antes del fin de la primera parte.

La afición reaccionó rápido después del descanso y alentó, aún más si cabe, a su equipo. El sudor y las cervezas conferían al estadio un ambiente espectacular y el equipo lo sintió y respondió en consecuencia. El juego no fue brillante pero Tigres se impuso gracias a un par de zarpazos de sus arietes; el segundo, de Lucas Lobo, después de un exquisito regate de espuela.

Después del silbido final del árbitro, el estadio explotó de alegría y se sucedieron los cánticos a favor de Tigres y sobretodo en contra del eterno rival. Tardó la gente en irse del campo ya que todos querían saborear los últimos instantes de una noche fantástica de fútbol y sobretodo de una victoria histórica que quedará para el recuerdo de la afición amarilla. 

Recién llegado a Monterrey y como buen aficionado al futbol sabía que tenía que elegir entre uno de los dos equipos de la ciudad. Después de este sábado ya no quedó lugar para las dudas... la ciudad ya tiene un tigre más.

Ti-gue-res! Ti-gue-res!


2 comentaris:

Mariona ha dit...

Ti-gue-res!!! Quin plaer llegir-te i notar-te tan content!! Segueix escrivint cròniques del que estàs vivint i vas descobrint, que aquí les seguirem llegint sens falta. Un petó molt gran bbonic!!

Victor ha dit...

que hermoso video